viernes, 24 de abril de 2015

Las voces de los personajes. Ejercicios


1 Localiza los fragmentos en estilo indirecto libre y pásalos a estilo directo e indirecto.

A)

“Ana, inmóvil, había visto salir al Magistral sin valor para detenerle, sin fuerzas para llamarle. ¡Aquel señor canónigo estaba enamorado de ella”. (La Regenta, Leopoldo Alas)


B)
“Otra vez se quedó sola doña Berta con sus pensamientos. Su capitán, de seguro, no había vuelto porque no había podido; no había sido un malvado, como decían los hermanos; había sido un héroe…”

2 Indica qué procedimientos de cita aparecen en el siguiente fragmento

Volvió despacio a la ciudad, caminando junto a la barandilla del paseo marítimo, salpicado a veces por la fría espuma deshecha de los rompientes. El hombre del abrigo oscuro y el sombrero aún estaba en el mismo lugar, mirando acaso a las gaviotas. (…) Mientras caminaba iba diciendo en voz baja los versos de una canción que Lucrecia había preferido siempre y que era una contraseña y una impúdica declaración de amor cuando ella y Malcolm entraban en el Lady Bird y Biralbo comenzaba a tocarla, no entera, sólo insinuándola, dispersando unas pocas notas indudables en otra melodía. Descubrió que esa música ya no lo emocionaba, que no aludía a Lucrecia, ni al pasado, ni siquiera a él mismo. Recordó algo que le había dicho Billy Swann: “No le importamos a la música. No le importa el dolor o el entusiasmo que ponemos en ella cuando la tocamos o la oímos. Se sirve de nosotros, como la mujer de un amante que la deja fría.”



3 Señala el narrador y el punto de vista. ¿Cómo se integran las voces de los pesonajes?


Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos, entre todos los deportes preferían el fútbol y estábamos aprendiendo a correr olas, a zambullirnos desde el segundo trampolín del Terrazas (...). Ese año entró Cuéllar al Colegio Champagnat.
Hermano Leoncio, ¿cierto que viene uno nuevo?, ¿para el Tercero A? Sí, el Hermano Leoncio apartaba de un manotón el moño que le cubrí la cara, ahora a callar. (...)
Apareció una mañana (...) y en la clase el Hermano Leoncio lo sentó atrás, cono nosotros, en esa carpeta vacía, jovencito. ¿Cómo se llamaba? Cuéllar. ¿y tú? Choto, ¿y tú? Chingolo, ¿y tú? Mañuco, ¿y tú? Lalo (...)

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